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jueves, 18 de julio de 2013

Pesadilla

Sueños rotos alma quebrada, vida en penumbras en una calle solitaria. Mi vida es una mierda. El transcurrir del tiempo me ahoga en un mar de asfalto sin fondo palpable, ¿qué es ésta soledad? Un infierno interminable, un calvario agraviante.
Vida derrumbada corazón dividido, sangre saliendo a flote por mis entrañas, tibia y gelida, en éste pantano de oscuridad. ¿qué hago? ¿qué puedo hacer? ¿qué debo hacer? La arena quema el aire inerte no me deja respirar camino con punzadas en mis pies dando círculos sin rumbo, empiezo a perder la vista, mis sentidos se funden abandonando mi cordura, caigo derrotado. Oscuridad. Tinieblas a mí alrededor y un frío glacial me envuelven. Estoy perdido. ¡NO! ¡Abre los ojos!... sólo ha sido una pesadilla.

lunes, 15 de julio de 2013

Emociones traicioneras

No amarte es imposible. En mí pecho retumban los latidos de ese día venturoso de verano, fresco como un manantial de flores silvestres fluyendo a nuestro alrededor.
Tu allí, imponente, celestial, con tu hermosura rebosante, yo tembloroso, trasnpirante, con el alma en la garganta.
Me diste la mano activando mis nervios, rozamos mejillas encendiste mi cuerpo, tu ahí a 10 centímetros de mi presencia, tan cerca pero tan lejos.
Me guiaste por tu línea de vida o al menos un pasatiempo, conociendo de la historia que enriquecía ésta tierra, tus gestos, tu corporalidad adherente y tu sonrisa, la más bella nunca antes apreciada por mis ojos, embelezaba mi estadía colocandome a tu merced, mientras tu voz clara y precisa que al tiempo de acercarte susurraba tus palabras.
La brisa suave y veraniega se adentraba en nuestros cabellos, castaño y negro, colores oscuros que brillaban por el resplandor del sol a lo alto del cielo azul, un firmamento despejado, sin nubes, resumido en tranquilidad, que le daba a nuestra cita un toque cálido de romance, y yo estaba ahí observándote, detallando todo tu cuerpo y cada acción que realizabas.
Fue un juego entre el gato y el ratón, entre mis ganas de balancearme sobre tus delicados brazos o esperar, ¿esperar qué?, era ahora o nunca.
Mis ganas de tenerte atada a mis brazos crecía a pasos agigantados, el deseo de rozar mis labios con los tuyos me estaba enloqueciendo, sólo debía encontrar el momento preciso para realizar mi movida, pero las ganas se detuvieron, mi corazón desaceleró, dejé de temblar, dejé de recibir descargas de emoción, la adrenalina impregnada en mí ser desapareció. Sólo la miré, esbozando una sonrisa en mis labios que la hizo sonrojar.
No la pude besar, no la pude abrazar, la tormenta de emociones había desaparecido y con ella mi estadía en aquella cita.
En el viaje de regreso entre reflexión, lamento y desosiego, no pude evitar pensar en ella, tenerla cerca y a la vez tan lejos, traicionando por las emociones y la cobardía de mi moral, pero sonriendole a la brisa que arremetía sobre mi rostro, pude decir en mi pensamiento, como no amar a una niña de cabellos castaños y ojos cafés qué con una sonrisa me tendió a sus pies.

MJRG