Eterna soledad. Mi vida se envuelve en un círculo en llamas que se apaga lentamente, mi corazón a paso lento palpita sin fervor, ya no queda nada, todo es desolación.
Camino sin sentido por esta calle llena de recuerdos que se van marchitando a medida que mis pasos plasmo sobre el asfalto macizo. Uno tras otro desaparecen, dejando secuelas en mi cuerpo, desaparezco con ellos.
Detengo mi travesía, me encuentro con ella. El más dulce y a la vez el más amargo recuerdo de todos, con sus labios carmesi, sus ojos color miel, su cabello castaño y su sonrisa encantadora. Ella, quién una vez fue mi todo. Mis piernas se congelan, mis brazos se inmovilizan, ¿que me pasa? ¿Por qué detengo mi andar?. Preguntas sin respuestas y sólo hallo tu mirada cruzandose con la mía, ¿alegría o tristeza? ¿esperanza o resignación?. Un mar de sentimientos cruzan mi mente que se encuentra flotando a la deriva, todo lo que di por ti, todo lo que hice por ti, y sólo encontré desolación.
Pasa el tiempo, y poco a poco se desvanece mi cuerpo, trato de moverme pero es inútil, ya no me encuentro presente en mi totalidad, piernas, brazos y torso ya no se aprecian en la calle, sólo mi cabeza queda en esta soledad. Ya no me queda nada, fuerzas y ganas abandonaron mi ser, mi espíritu se debilita, ya estoy por desfallecer. Será la última vez que la vea y medio rostro me queda en este entorno desierto, es el fin.
Cierro mis ojos y lo único que hago es pronunciarle mis últimas palabras, “Nunca te diste cuenta todo lo que hice por ti. Ojalá supieras lo que se siente amar a alguien de verdad“.
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viernes, 13 de septiembre de 2013
Desolación
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